miércoles, 9 de marzo de 2011

EVALUACIÓN INSTITUCIONAL

¿Qué es la Evaluación Institucional?
En una primera aproximación se puede señalar que la Evaluación Institucional es una investigación evaluativa que se realiza en una institución educativa para obtener bases firmes de apoyo a la toma de decisiones sobre política institucional, planificación y gestión educativa, administrativa y económica. El sólo hecho de plantear la evaluación institucional como una actividad de investigación nos debe hacer reparar en la rigurosidad que exige, tanto en su diseño como en su ejecución.
El proceso de recolección de información y análisis que toda investigación
supone, nos debe permitir construir un saber acerca del establecimiento y
sus problemas, plantear alternativas posibles, trazar estrategias, tomar
decisiones y planificar las acciones. Es evidente que la Evaluación Institucional, concebida de esta manera, se encuentra en el centro de la búsqueda de la mejora continua de la calidad educativa de la institución.

Aproximación a los ejes de análisis requeridos por la Evaluación
Institucional

El proceso de Evaluación Institucional, debe partir de una primer identificación compartida y consensuada por los distintos actores, de los diversos aspectos que deberían ser considerados en una estrategia global de evaluación, a fin de constituirse en los ejes que tienen que estar presentes y ser abordados en una propuesta de este tipo. Estos ejes en la práctica y desarrollo institucionales, se interconectan y la naturaleza de cada eje sólo puede ser comprendida si es considerada y analizada en función de los restantes. Asimismo es importante destacar que, por la complejidad que presentan, deberán tomarse decisiones sobre qué aspectos de los mismos se privilegiarán y en qué momento se tratarán. La identificación de los ejes que habrán de estar presentes en la Evaluación Institucional, podrá estar facilitada si se considera la realidad institucional a partir de tres grandes dimensiones o componentes. Esta diferenciación tiene una finalidad analítica pero que, al estar estrechamente vinculadas entre sí, las decisiones que se tomen en una dimensión, tendrán impacto en la restantes. A través de estas dimensiones o componentes es posible reconocer la identidad de la institución educativa.
Ellas son:
• La dimensión de la organización y gestión: se refiere, por un lado, al conjunto de los aspectos estructurales que toman cuerpo en cada establecimiento educativo, determinando un estilo de funcionamiento y, por otro, a las cuestiones de gobierno y gestión.
En el primer caso, se consideran cuestiones relativas a la organización formal como los organigramas, la planta orgánico-funcional, la de distribución tareas y división del trabajo, los objetivos presentes, los canales de comunicación formal, el uso del tiempo y de los espacios.
También deben incluirse aspectos relativos a la estructura informal, esto
es, el modo en que los actores “encarnan” las estructuras formales.
En el segundo, se alude a la consideración de los recursos humanos, materiales (infraestructura y equipamiento) y a los aspectos económicos financieros.
Dentro de este componente encontramos también aquellos aspectos que hacen a la manera en que cada institución organiza su proyecto educativo institucional, su proyecto o proyectos didáctico-productivo/s y cómo los genera, así como la forma en que se prevén o no, espacios y mecanismos de encuentro y participación de los distintos integrantes de la institución en distintas fases de la organización institucional.
Todos estos aspectos, más otros que aquí no se explicitan pero que se
deducen de los anteriores, hacen a un perfil de la escuela que le es propio y que la diferencia de otros establecimientos del mismo nivel educativo e
incluso de su misma orientación o especialidad. Es decir, ayudan a entender parte de su identidad institucional y que, en muchos sentidos permea el resto de los componentes institucionales ya que es en este nivel donde encontramos la clara expresión de los recursos tanto humanos como materiales con los que cuenta la escuela para desarrollar su propuesta educativa, así como de las características de la forma específica de organización y funcionamiento de cada establecimiento en las que se circunscriben todas las acciones institucionales.
• La dimensión pedagógico-didáctica: hace referencia a aquellas actividades que definen a la institución educativa, diferenciándola de otras instituciones sociales. Su eje fundamental lo constituyen los vínculos que los actores construyen con el conocimiento y los modelos didácticos. En esta dimensión son aspectos importantes a señalar, las modalidades de enseñanza, las teorías de la enseñanza y del aprendizaje que subyacen a las prácticas docentes, el valor otorgado a los saberes, los criterios de evaluación de los procesos y de los resultados.
Comprende, entonces, todos los aspectos vinculados con la organización y desarrollo curricular: la estructura curricular, los criterios para la conformación de dicha estructura, las articulaciones entre los distintos espacios formativos, el trabajo en equipo docente, la definición de la propuesta formativa de la escuela, el perfil de los docentes y de los alumnos, las actividades de capacitación, las responsabilidades de los distintos actores en el desarrollo curricular, la función integral de los alumnos, la articulación teoría-práctica, el carácter de las actividades formativas, el tipo de estrategias pedagógico-didácticas que se desarrollan, los criterios de evaluación que pone en juego, la puesta en común de todos estos aspectos o su desarrollo independiente por cada profesor o un grupo de profesores a cargo de un espacio o módulo.
• La dimensión comunitaria refiere a todos aquellos aspectos que hacen a la
vinculación de la institución con el entorno en el que se inserta. Incluye los acuerdos o contactos de la institución con entidades y/u organizaciones locales, la realización de actividades formativas en el medio local, las acciones institucionales destinadas a la comunidad, a los pobladores y productores locales, en función de sus necesidades. Hace referencia al modo en que la institución considera las demandas, las exigencias y los problemas que recibe del entorno, a su capacidad de respuesta y a su posibilidad de promover cambios y transformaciones.
La evaluación concierne a todas y cada una de las dimensiones señaladas. La evaluación es un procedimiento para obtener información y construir un saber respecto del objeto evaluado. En este caso hablaremos de evaluación institucional en tanto el objeto que se procura conocer y comprender a través de la evaluación es la escuela.

A continuación se indicaran algunas recomendaciones de carácter general para considerar en la evaluación institucional.
En primer lugar, es conveniente asumir que la evaluación supone, al mismo tiempo, un proceso y un producto. Se trata de una tarea institucional que demanda un procedimiento sistemático y en permanente desarrollo, con fases o momentos críticos y que requiere además, resultados parciales y parciales finales que deberán constituirse en insumos que retroalimenten el proceso de evaluación, en tanto sean trabajados y analizados institucionalmente. Para que esto sea posible, es fundamental partir de acuerdos institucionales respecto a qué, cómo, y para qué se evalúa. Es importante reconocer que la descripción que hemos hecho de las dimensiones de la realidad institucional, da cuenta de la complejidad de aspectos de distinta índole y magnitud que están presentes en todo establecimiento escolar. El proceso de Evaluación Institucional, debe partir de una primera identificación compartida y consensuada de los distintos aspectos de cada dimensión que deberían ser considerados en una estrategia global de evaluación, a fin de constituirse en los ejes que deberán estar presentes y ser abordados en una propuesta de este tipo. Ello garantizaría que, independientemente de las decisiones que se tomen en torno a los aspectos o ejes a trabajar y priorizar en la evaluación, se tenga una perspectiva de conjunto de situaciones que intervienen en la organización, gestión y lineamientos instituciones. Esto requiere, entonces , determinar los ejes que se consideran en la evaluación como los aspectos específicos de cada uno de estos ejes que aluden de un modo más preciso al qué se está evaluando. Así, será posible construir una perspectiva de conjunto respecto al sentido y significado de la evaluación institucional.
Es esta una tarea compleja, con escasa vigencia en nuestras instituciones al menos de modo sistemático y que por eso mismo supone un importante desafío. Recordemos, para confortarnos, que es muy importante darnos tiempo y que se trata de un desafío compartido con otros actores institucionales y, más aún, con otras instituciones. Plantearnos, entonces, la evaluación institucional como una como una práctica a construir, como un objetivo a lograr. Posiblemente la primer tarea sea poner en claro fortalezas y debilidades, certezas e incertidumbres, acuerdos y desacuerdos. En definitiva poder dar cuenta de lo que llamamos “situación de partida” o Matriz FODA reconociendo sus principales dificultades, fortaleza, oportunidades y amenazas.
Una vez seleccionados los ejes de la evaluación tendremos que definir cómo
encararemos cada uno de ellos.
Concebimos a la identificación de problemas como el primer paso a seguir por cualquier propuesta de evaluación institucional. Se dice frecuentemente que en la buena identificación de un problema se encuentra en gran medida una garantía para su resolución. Sólo generando instancias que permitan conocer la naturaleza y características de los aspectos que hacen a la gestión y desarrollo institucional y trabajando sobre sus resultados, es posible pensar en incidir sobre los mismos.
Como en todo proceso de análisis de un problema, éste requiere su adecuada
identificación y una primer descripción de sus componentes y características.
Decimos “primer identificación” ya que parte de la descripción de un
problema hace a la manera en que los distintos actores de la institución lo
interpretan y definen. Es decir que todo problema involucra un sujeto o grupo de sujetos para quien o quienes una situación se configura como problema con lo cual lo que importa en definitiva son los modos de ver y de analizar esa situación.
Como sabemos, siempre existen representaciones personales y hasta
institucionales sobre determinados problemas o aspectos de los mismos y
que inciden en las respuestas que se les da. Finalmente, ello produce que muchas veces se vayan construyendo e internalizando explicaciones sobre determinados aspectos que se apoyan en opiniones y prejuicios más que en juicios sustentados en información válida y confiable.

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